Como podemos leer, el servicio prestado por los músicos y cantores dentro de la liturgia es un Ministerio, a pesar de si mismos y de que tan consientes estemos de ello. De nosotros depende el ser autenticos y realizarlo con toda la responsabilidad y la dignidad que esto implica.
"Todos los que de algún modo dan el precioso servicio del canto y de la música en la celebración, merecen una atención especial, como la de quien sirve a la Palabra celebrada."
"La música y el canto no son elementos accesorios y exteriores de la celebración, sino parte integrante e insustituible de la misma. Antes de ser repertorio musical y canoro son un comportamiento simbólico: tienden a ser un don alegre y vivaz de sí mismos antes de llegar a ser formalización de actitudes o modalidades expresivas. No son posesión privilegiada de quien los produce o ejecuta, no han de buscar sólo la satisfacción estética de quien los produce o ejecuta, ni han de buscar la satisfacción estética de quienes los escuchan, sino que pertenecen, como la celebración, al pueblo de Dios, y son un medio formidable de implicación y participación." (Act.Lit. no. 126)