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Los Ministerios en la Iglesia Católica

La palabra ministerio proviene del latín ministrare que quiere decir "servicio". "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir a los demás" (Mt 20,28).

"La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el Reino de Cristo en toda la tierra para la Gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe el nombre de apostolado, el cual, la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras.

La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al apostolado. Así como en el conjunto de un cuerpo vivo no hay miembros que se comportan de forma meramente pasiva, sino que todos participan en la actividad vital del cuerpo, de igual manera en el Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia todo cuerpo crece según la operación propia de cada uno de sus miembros (Ef. 4, 16). No sólo esto, es tan estrecha la conexión y trabazó
n de los miembros en este cuerpo (Ef. 4, 16), que el miembro que no contribuye según su propia capacidad al aumento del cuerpo debe reputarse como inútil para la Iglesia y para si mismo.

Hay en la Iglesia pluralidad de ministerios, pero unidad de misión. A los apóstoles y a sus sucesores les confirió Cristo el encargo de enseñar, de santificar y de regir en su propio nombre y autoridad. Los seglares, por su parte, partícipes del ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les atañe en la misión del pueblo de Dios.

Ejercen, en realidad, el apostolado con su trabajo por evangelizar y santificar a los hombres y por perfeccionar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal, de tal forma que su actividad en este orden dé claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres. Y como lo propio del estado seglar es vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, Dios llama a los seglares a que, con el fervor del espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a la manera de fermento" (SC IX, 2)